GENESIS

Sigo aquí acostado, sobre el desnudo suelo, impasible al candente sol que desfila ante mis azules ojos. El sudor resbala desde mi sien por toda la roca que sirve de descanso a mi cabeza; caliente ya por el sol.

Tengo mucho tiempo aquí ya, sin querer moverme ¿para que?, ¿A dónde iría? Solo unas imágenes se repiten en mi mente, pasan a través de ella como las primeras películas hechas en el mundo. Con la publicación primigenia de una mala edición que lo delata. Imágenes diversas, incoherentes, sin linealidad, pero con la magia de trasmitir ante ese primer público emociones. Estoy conmocionado; la película de mi vida, de lo bueno y lo malo. Es extraño siento todo al mismo tiempo, las alegrías y tristezas ligándose en un conglomerado de inquietudes, que sustentan mucha angustia; la que devoran mi cuerpo. Es la sensación que el recuerdo me come. Mi familia es quizás lo más recordado y lo más ansiado y lo que más me preocupa. He actuado mal y con mis acciones los he dañado, pero al meditar y darme cuenta lo importante que son para mi voy a correr a buscarlos para pedir perdón, redimirme y comenzar de nuevo. Este remordimiento es tan infeliz como el maldito astro rey que inclementemente continua calentando mi cuerpo.

Me estoy dando cuenta que nuevamente divago en mi mismo y en el por qué en lugar de convertirme en un trozo de carne asada que casi ya siento que huele mi cuerpo, no me levanto y me voy a un mejor lugar. Me sonrió porque de seguro no es la común carne preparada para degustar la cual se aliña con las mejores especies y el olor que desprende ya te hace tragar grueso sintiendo el sabor. Pero no es eso lo que desprendo. Pero estemos claro, no soy un trozo de carne a saborear. Solo soy un alguien que divaga en la fantasía de un mejor futuro. Pero digo ¿fantasía?, la cual es una hermosa palabra que solo designa posibilidades felices de realidades infelices. No se si me perdonen mi lejanía, mi incomprensión, mi desdén e intolerancia hacia ellos. Que dolor siento es tan grande como el amor que les profeso. Si piensan que soy un irónico al afirmar que les he ocasionado daño queriéndolos no hay duda lo soy porque si se puede hacer daño amando. Por ellos tome malas decisiones y peores caminos. Quise colmarlos de cosas materiales que solo dan el dinero que seamos claros y honestos, es tan complicado conseguirlo. El que lo logra sin dañar solo sobrevive en una sociedad corrompida por el mismo. Esto sí es una ironía, lo que te puede dar cosas buenas, también ocasiona otras muy malas. Es el ying yang oriental, positivo y negativo, es el dios que te castiga y te premia. Que absurdo es todo. Como el ser humano por necesidades sociales corre tras él toda su existencia procurando tomar el máximo posible a su provecho. Unos se van por vías largas, legales e inciertas otros por la vía corta contrapuesta a la anterior es un camino ilegal y ciertamente certero pero que muchas veces, en un gran porcentaje, solo adelanta un momento, el último momento de ser humano: la muerte. Se logran cosas pero se pierden muchas; la tranquilidad y la paz de andar en la vida sin miedos por ti y por los tuyos. ¡Que cagada eso y la que me puso una paloma que se atrevió a pararse en mi pierna izquierda, pero para que me preocupo. Cuando al fin tenga la voluntad de pararme de aquí e irme a mi casa lavaré o mejor aún desecharé esta ropa. Esa posibilidad la dá el dinero.

Esta oscureciendo repentinamente o será que no es tan rápido. He perdido la noción del tiempo. No me importa, ya casi me levanto para irme. Mi carro modelo del año lo tengo aparcado aquí. Solo necesito al fin decidirme a ir. No sé que es lo que me sucede no atino a entender que me amarra a este lugar que me inmoviliza al punto de seguir acá bajo el sol, bajo el día y bajo el anochecer. Aun cuando las imágenes de mis recuerdos son claras de estas últimas solo percibo esbozos pintados de neblina. No entiendo si he visto mi vida con una claridad nunca antes tenida por mí, de consciencia total de mis actos, por qué no acabo de entender esta parsimonia en la que estoy sumergido de no moverme para nada. Tanto es así que las hormigas han jugado en mi cuerpo y no me he molestado en espantarlas por no sentir dolor de sus picadas. Ahora caigo que no siento dolor, el sol me ha quemado pero no siento nada, tal vez sea por lo que me inyecte. Cuando me levante me haré mucho más rico con esto, ofreciéndolo como opción a no sentir nada. Pero debo levantarme.

Mi sudor se ha convertido ya en un líquido gelatinoso. Lo bueno es que ya no brota de mi frente y que terminó posándose en la cuenca de mis ojos. Tal vez sea esto el causante de la espesa neblina, lo extraño de todo es que es una anormal neblina, no es gris ni blanca, es roja.


Dheyby Yolimar Quintero

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